FUNDACIÓN
DE ESTUDIOS SUPERIORES MONSEÑOR ABRAHAM ESCUDERO MONTOYA FUNDES
FACULTAD
DE EDUCACIÓN
PROGRAMA
LICENCIATURA EN BASICA PRIMARIA CON ÉNFASIS EN EDUCACIÓN FÍSICA, RECREACIÓN Y
DEPORTES
ASIGNATURA:
TEORÍA DEL CONOCIMIENTO
TEMA 6. EL
CONOCIMIENTO CIENTÍFICO
**Material
compilado por el Mg. Álvaro Díaz
Objetivo especifico
Por medio del análisis de los principios, la
naturaleza y el fin del conocimiento científico; el alumno comprenderá que la
ciencia es una forma especial de conocimiento.
Temario detallado
6.1. La
vocación científica
6.2. La
estructura de la ciencia. Principios
6.3. La
estructura de la ciencia. Hipótesis
6.4. La
estructura de la ciencia. Ley
6.5. La
estructura de la ciencia. Teoría
6.6. La
ciencia y el método
6.7. La
ciencia y la palabra
Introducción
En este tema se estudiará qué es la vocación
científica, las características que ha de tener el científico para dedicarse a
la investigación. Asimismo se analizará que la estructura de la ciencia se
compone de principios, hipótesis, leyes y teorías. Se distinguirá que de
acuerdo con la disciplina es posible establecer principios o leyes. En el
siguiente tema ya se expondrá acerca de las ciencias factuales y las formales.
6.1. La
vocación científica
Escribe Juan Manuel Silva Camarena que el
conocimiento es posible porque las cosas se dejan conocer pero al mismo tiempo
se pregunta: “¿De dónde sale ese poder para que se pueda saber lo que las cosas
son?” Responde que en las cosas hay disponibilidad de conocimiento, pero que
eso no es lo único que basta. 31 Es cierto que vivimos rodeados de objetos y
sujetos, pero no todos propician interrogantes en todos los sujetos. Cada
individuo manifiesta su propio interés por determinados fenómenos. Cada uno de
los seres humanos tiene la capacidad de cuestionar, interrogar e indagar por lo
que le interesa. Es una cualidad de la razón humana. Tenemos la capacidad de
conocer y de ella se puede originar la vocación por sistematizar, ordenar y
jerarquizar los conocimientos.
6.2. La
estructura de la ciencia. Principios
Se traduce con frecuencia el término griego
a1rch+ por «principio». A la vez se dice que en el supuesto de que algunos
presocráticos —especialmente Anaximandro— hubiesen usado dicho término para
describir el carácter del elemento al cual se reducen todos los demás, tal
elemento sería, en cuanto realidad fundamental, «el principio de todas las
cosas». En este caso, a1rch+ o «principio» sería «aquello de lo cual derivan
todas las demás cosas». «Principio» sería, pues, básicamente, «principio de
realidad».
Pero en vez de mostrar una realidad y decir
de ella que es el principio de todas las cosas, se puede proponer una razón por
la cual todas las cosas son lo que son. Entonces el principio no es el nombre
de ninguna realidad, sino que describe el carácter de una cierta proposición:
la proposición que «da razón de».
Con ello tenemos dos modos de entender el
«principio», y esos dos modos han recibido posteriormente un nombre. El
principio como realidad es principium essendi o principio del ser. El principio
como razón es principium cognoscendi o principio del conocer. En no pocos casos
un pensamiento filosófico determinado no puede caracterizarse por la
importancia que dé a un principio sobre el otro; por establecer una separación
entre los dos principios; o bien por considerar que los dos principios se
funden en uno solo. En el primer caso se pueden proponer todavía dos doctrinas:
si se da el primado al principium essendi sobre el principium cognoscendi,
tenemos un pensamiento filosófico fundamentalmente «realista», según el cual el
principio del conocimiento sigue fielmente al principio de la realidad; si se
da el primado al principium cognoscendi sobre el principium essendi, tenemos un
pensamiento filosófico que calificaremos (entre comillas) de «idealista», según
el cual los principios del conocimiento de la realidad determinan la realidad
en cuanto conocida, o cognoscible. En el segundo caso, cuando se mantienen los
dos principios separados, tenemos una doctrina según la cual aunque el
«lenguaje» (el «decir», el «pensar», etcétera) pueda dar de algún modo razón de
la realidad, el «lenguaje» no pertenece en modo alguno a la realidad. En el
último caso, cuando se funden los dos principios, tenemos una doctrina según la
cual hay identidad entre la realidad y la razón de la realidad.
Las expresiones antes introducidas
—principium essendi y principium cognoscendi— proceden de los escolásticos,
pero éstos hablaron de otras diversas clases de principios. Aristóteles había
ya dado varias significaciones de ‘principio’ (a1rch+): punto de partida del
movimiento de una cosa; el mejor punto de partida; el elemento primero e
inmanente de la generación; la causa primitiva y no inmanente de la generación;
premisa, etc. (Met., 1, 1012 b 32- 1013 a 20). Los escolásticos hablaron de
«principio ejemplar», «principio consubstancial», «principio formal», etc. Al
mismo tiempo, Aristóteles y los escolásticos trataron de ver si había algo
característico de todo principio como principio.
Para muchos escolásticos, ‘principio es
aquello de donde algo procede’, pudiendo tal «algo» pertenecer a la realidad,
al movimiento, o al conocimiento. Ahora bien, aunque un principio es un «punto
de partida», no parece que todo «punto de partida» pueda ser un principio. Por
este motivo se ha tenido a reservar el nombre de «principio» a un «punto de
partida» que no sea reducible a otros puntos de partida, cuando menos a otros
puntos de partida de la misma especie o pertenecientes al mismo orden. Así, si
una ciencia determinada tiene uno o varios principios, éstos serán tales sólo
en cuanto no haya otros a los cuales puedan reducirse. En cambio, puede
admitirse que los principios de una determinada ciencia, aunque «puntos de
partida» de tal ciencia, son a su vez dependientes de ciertos principios
superiores y, en último término, de los llamados «primeros principios», prima
principia, es decir, «axiomas» o dignitates. Si nos limitamos ahora a los
principia cognoscendi, podremos dividirlos en dos clases: los «principios
comunes a todas las clases de saber» y los «principios propios» de cada clase
de saber.
Varios problemas se plantean con respecto a
la naturaleza de los citados principios y con respecto a la relación entre los
principios primeros y los principios propios. En lo que toca a la naturaleza de
los principios, y suponiendo que éstos siguen siendo principia cognoscendi, se
puede preguntar si se trata de «principios lógicos» o de «principios
ontológicos» (entendiendo estos últimos no como realidades, sino como principios
relativos a realidades). Algunos autores manifiestan que sólo los principios
lógicos (principios como el de identidad, no contradicción y acaso, si se
admite, el del tercio exclusivo) merecen llamarse verdaderamente «principios»,
pero en este caso no parecen ser principios de conocimiento, sino principios
del lenguaje o, si se quiere, de uno de los lenguajes —el más general de ellos,
el lenguaje lógico— mediante los cuales se expresa el conocimiento.
Otros autores indican que los principios lógicos
son, en el fondo, principios ontológicos, ya que los principios lógicos no
regirían de no estar de alguna manera fundados en la realidad. En cuanto a la
relación entre principios primeros y los «principios propios» de una ciencia,
puede tratarse de una relación primariamente lógica o bien de una relación
asimismo fundada en la naturaleza de las realidades consideradas. Además,
mientras algunos autores estiman que los principios de cada ciencia son
irreductibles a los principios de cualquier otra ciencia —ya que, según dicen,
una ciencia se determina por sus principios—, no habiendo más relación entre
conjuntos de principios que el estar todos sometidos a los «principios
lógicos», otros autores indican que pueden ser irreductibles de hecho, pero que
no necesitan serlo en principio.
Justamente, la diferencia entre la tradición
aristotélica y el cartesianismo en este respecto consistió en que mientras la
primera defendía la doctrina de la pluralidad de los principios, Descartes
trató de encontrar primeras causas, es decir, «principios» que llenasen las
siguientes dos condiciones: el ser tan claros y evidentes que el espíritu
humano no pudiese dudar de su verdad, y el ser principios de los cuales pudiese
depender el conocimiento de las demás cosas, y de los cuales pueda deducirse
tal conocimiento (Princ. Phil. «Carta del autor al traductor del libro, la cual
puede servir de prefacio»). Tales principios serían las verdaderas
«proposiciones máximas».
6.3. La
estructura de la ciencia. Hipótesis
El vocablo ‘hipótesis’ significa literalmente
«algo puesto» («tesis», qésiç, debajo úpo). Lo que «se pone debajo» es un
enunciado, y lo que viene «encima» de él es otro enunciado o serie de
enunciados. La hipótesis es, pues, un enunciado (o serie articulada de enunciados)
que antecede a otros constituyendo su fundamento.
El significado de ‘hipótesis’ está
relacionado con el de vocablos como ‘fundamento’, ‘principio’, ‘postulado’,
‘supuesto’, etc. Sin embargo, no es idéntico a de ninguno de ellos. Trataremos
en este artículo del significado (o significados) de ‘hipótesis’ al hilo de una
presentación de varios usos del término.
Discutiendo el problema de la inscripción de
un área dada como un triángulo en un círculo dado. Platón indica (Men., 87 A)
que los geómetras no saben «por el momento» si cumple con las condiciones
requeridas, pero pueden ofrecer una hipótesis al respecto: si el área es tal
que, cuando se ha aplicado (como rectángulo) a la línea dada (el diámetro) del
círculo, es deficiente en otro rectángulo similar al que se ha aplicado, se
obtiene un resultado; y si no es deficiente, se obtiene otro resultado. Se
puede, pues, decir, lo que pasará en la inscripción del triángulo en el círculo
«por hipótesis», e1x u2poqésewç. En otro pasaje (Parm., 135 E – 136 A) Platón
escribe que no se debe únicamente suponer —a base de hipótesis, e1k th<ç
u2poqésewç— si algo es y luego considerar las consecuencias; se debe asimismo
suponer que la misma cosa no es.
El significado de ‘hipótesis’ —o de la
expresión ‘por hipótesis’— en Platón es, pues, el de un supuesto del que se
extraerán ciertas consecuencias. Como se ve claramente en Men., 87 A, Platón
toma como base aquí el procedimiento de los matemáticos, y especialmente el de
los geómetras. La hipótesis se distingue del axioma en cuanto que este último
es admitido como una «verdad evidente»; a lo que más se parece en este caso la
hipótesis es a un postulado. Cierto número de filósofos antiguos (por ejemplo,
Proclo) siguieron en esto a Platón.
Aristóteles entendió una vez (Met., 1. 1013 a
14-16) ‘hipótesis’ como uno de los posibles significados de ‘principio’,
a1rch+. Las hipótesis, u2poqéseiç, son entonces los principios de la
demostración, de modo que, como indica Bonitz (Index arist., 756 b 59 sigs.),
u2poqéseiç, equivale aquí a prótasiç.
De un modo menos general Aristóteles
considera la hipótesis como una afirmación de algo de lo cual se deducen
ciertas consecuencias, a diferencia de la definición, en la cual no se afirma
(o niega) nada, sino sólo se precisa el significado de aquello de que se habla
(An. Pr., I 44, 50 a 30-33). De un modo todavía más preciso Aristóteles
distingue entre hipótesis y postulado, por un lado, y axioma, por el otro. En
efecto, ni la hipótesis ni el postulado son algo «que se debe creer necesariamente»
(An. Post., I 10, 76 b 23).
6.4. La
estructura de la ciencia. Ley
Yurén Camarena señala que la palabra ley
proviene del griego nomos que significa mandato, imperativo. Las leyes son
parte de la ciencia que se ocupa de relaciones constantes e invariables ante
los hechos. A este tipo de relaciones se les denomina leyes. Las leyes pueden
establecerse a partir de la observación de un fenómeno que se presenta
regularmente. Ejemplo de ellos son las leyes de Kepler que explican el porqué
del movimiento de los cuerpos celestiales.
Las leyes se establecen una vez que una
hipótesis ha sido comprobada. Así, una ley debe cumplir con las siguientes
características:
a. La
generalidad de algún aspecto. Esto significa que la ley debe considerar a todos
los entes que integren el universo o fenómeno que se esté describiendo.
b. La
confirmación empírica, ya sea mediante observación o experimentación en un
grado que se considere satisfactorio.
c. La
hipótesis debe haberse enunciado sobre un sistema (a esto se le llama
encadenamiento de conocimientos) plenamente desarrollado.
Las leyes no son resultado de la vida
cotidiana o del sentido común, pues como ya se citó anteriormente, deben
confirmarse mediante observación, experimentación y desde el punto de vista formal,
mediante la lógica y las matemáticas. Las leyes que intervienen en la
explicación son causales y por lo tanto contribuyen a la predicción de
fenómenos.
6.5. La
estructura de la ciencia. Teoría
Las teorías explican a las leyes (…) explicar
es comprender estableciendo una determinación precisa de lo que era
desconocido, vago, oscuro. También es mostrar que la existencia o el
comportamiento de un proceso se encuentra implicado por el comportamiento de
otros procesos. (…) La explicación implica el cumplimiento de ciertas leyes que
se consideran universales.
Hugo Padilla escribe: “Las teorías se
introducen normalmente cuando estudios anteriormente realizados de una clase de
fenómenos han revelado un sistema de uniformidades que se pueden expresar en
leyes empíricas. Las teorías intentan explicar estas regularidades y
proporcionar una comprensión más profunda y exacta de los fenómenos en
cuestión. A este fin, una teoría interpreta estos fenómenos como
manifestaciones de entidades procesos que están detrás o debajo de ellos… (…)
Se presume que estos procesos están gobernados por leyes teóricas
características, o por principios teóricos, por medio de los cuales la teoría
explica entonces las uniformidades empíricas que han sido descubiertas
previamente, y normalmente, predice también “nuevas” regularidades de tipo
similar.”33
6.6. La
ciencia y el método34
Etimológicamente, la palabra método proviene
del latín y éste del griego, significando camino o procedimiento hacia algo. En
la actualidad, método tiene dos campos semánticos interactivos entre ellos:
Gnoseológico, epistemológico o científico:
hallar la verdad o la estrategia de desentrañar, descubrir y explicar la
realidad, con un marcado fin heurístico y reflexivo.
Didáctico: enseñar la verdad o exponer y
contar el conocimiento adquirido sobre el mundo (o una parte de él), con el fin
de comunicarlo y hacerlo extensivo a la comunidad.
Derivado de lo anterior, consideramos las
siguientes características que definen inequívocamente al método:
El método está dirigido a fin; de ahí que
tenga un sentido teleológico.
El método guarda un orden, entendido como
línea directiva, una lógica o una estructura.
El método suele usar multiplicidad de
elementos, atendiendo a los mentales (razonamientos) y a los materiales
(soportes).
El método, según Descartes, es una conducta
mental previa -a nivel global- a la toma de decisiones que requiere: economía
de esfuerzos, concentración, mediatización y eficacia.
Puesto que, por definición, el thelos del
método es la verdad, es inevitable tratar tal concepto. No se puede hablar de
método en una verdad revelada por Dios, puesto que es Él quien elige y no
nosotros (siempre y cuando consideremos semejante posibilidad, ya que los
supuestos métodos divinos no nos son accesibles); por lo que el significado de
verdad en método está más enraizado en el conocimiento humano que con
consideraciones religiosas.
Por otra parte, el vocablo método atañe tanto
a la representación mental de un proceder como al proceder mismo. Al conjunto
ordenado de representaciones mentales sobre un o unos procedimientos se le
puede llamar metodología, mientras que el resultado de emplear la metodología
es una aplicación. Se entiende que, empleando un método, se obtienen
aplicaciones similares si no iguales. No siempre ocurre que la aplicación
metodológica obtenga los resultados apetecibles, sin embargo se posibilita que,
como tiene orden y lógica interna, se puedan detectar los errores del proceso o
resultado obtenido. Dicho de otra manera, si no se procediera con una
progresión lógica disponiendo los elementos de cierto modo, no sabríamos con
certeza si los resultados obtenidos procedían de nuestra aplicación o del azar.
De esta manera, se pueden replicar y verificar (o falsar) resultados científicos,
por ejemplo. Tal es así que vamos escogiendo los métodos más útiles y
adecuados, mientras despreciamos los que menos efectividad van teniendo (en
teoría).
El porqué de usar métodos es una cuestión
epistemológica que afecta a la efectividad futurible de nuestras acciones más
reflexionadas. No sólo se busca la verdad, sino que esa verdad sea
reproducible, comunicable, accesible y repetible como un resultado óptimo para
las personas.
Por último, no existe un método único para
todas las cosas. Cada aplicación -fuera una obra de arte o un experimento
científico- puede necesitar de procedimientos distintos y de naturaleza,
asimismo, diferente. Las mismas ciencias aplican métodos diversos para sus
objetivos, razonando y argumentando -eso sí- por qué utilizan esta vía o aquel
otro camino. De ahí que, tanto aciertos como errores, puedan revisarse y
mejorarse a la luz de las descripciones de los métodos usados.
La relación entre la ciencia y la palabra se
halla en la hermenéutica (del griego ερμηνευτικήτέχνη,hermeneutiké tejné, ‘arte
de explicar, traducir, o interpretar’) para determinar el significado exacto de
las palabras mediante las cuales se ha expresado un pensamiento.
Se distinguen, por una parte, la
«hermenéutica filológica», surgida históricamente en Alejandría por la tarea de
establecer el sentido de los textos antiguos oscurecidos por el tiempo, en
tanto que éste es inmanente a la situación de comunicación en la que han sido
producidos. Por otra parte, la «hermenéutica filosófica» es independiente de la
lingüística y busca determinar las condiciones trascendentales de toda
interpretación.
La necesidad de una disciplina hermenéutica
está dada por las complejidades del lenguaje, que frecuentemente conducen a
conclusiones diferentes e incluso contrapuestas en lo que respecta al
significado de un texto. El camino a recorrer entre el lector y el pensamiento
del autor suele ser largo e intrincado. Ello muestra la conveniencia de usar
todos los medios a nuestro alcance para llegar a la meta propuesta.
Pero el origen de los estudios hermenéuticos
se encuentran realmente en la teología cristiana, donde la hermenéutica tiene
por objeto fijar los principios y normas que han de aplicarse en la
interpretación de los libros de la Biblia, que, como revelados por Dios pero
compuestos por hombres, poseían dos significados distintos: el literal y el
espiritual, este último dividido en tres: el anagógico, el alegórico y el
moral.
El sentido literal es el significado por las
palabras de la Escritura y descubierto por la exégesis filológica que sigue las
reglas de la justa interpretación.
El sentido espiritual, según la creencia
cristiana, da un sentido religioso suplementario a los signos, dividido en tres
tipos diferentes:
El sentido alegórico, por el que es posible a
los cristianos adquirir una comprensión más profunda de los acontecimientos
reconociendo su significación en Cristo.
El sentido moral, por el cual los
acontecimientos narrados en la Escritura pueden conducir a un obrar justo. Su
fin es la instrucción.
El sentido anagógico (o sentido místico) por
el cual los santos pueden ver realidades y acontecimientos una significación
eterna, que conduce (en griego anagogue) a los cristianos hacia la patria
celestial. Así, la Iglesia en la tierra es signo de la Jerusalén celeste. (cf.
Apocalipsis 21,1-22,5)
Después de estar circunscrita en el ámbito de
la teología, la hermenéutica se abrió en la época del Romanticismo a todo tipo
de textos escritos. En este contexto se sitúa Schleiermacher (1768-1834), que
ve en la tarea hermenéutica un proceso de reconstrucción del espíritu de
nuestros antepasados. El modo de hacerlo consistirá en "trasladarse"
al espíritu (alma individual, pensamiento particular) del autor del texto que
se está interpretando en cada momento.
Esta perspectiva influirá en la aparición del
historicismo de Dilthey, quien cree que toda manifestación espiritual humana, y
no sólo los textos escritos, tiene que ser comprendida dentro del contexto
histórico de su época. El método histórico de leer críticamente los documentos
y testimonios históricos es en última instancia una herencia del criticismo de
la Ilustración dieciochesca.
Posteriormente, ya en el siglo XX, Heiddegger
introducirá nuevas ideas y conceptos acerca de la hermenéutica al dejar de
considerarla únicamente como un modo de comprensión del espíritu de otras
épocas y pensarla como el modo fundamental de situarse el ser humano en el
mundo: existir es comprender. Desde entonces la hermenéutica se convierte en
una filosofía que identifica la verdad con una interpretación históricamente
situada (Gadamer). La hermenéutica es considerada la escuela de pensamiento
opuesta al positivismo.
Bibliografía del tema 6
DE GORTARI, Elí, “Conocimiento científico” y
“Fórmulas elementales” en El método de las ciencias. Nociones elementales,
Grijalbo, México, 1979, pp. 11-16 y 33-43.
DESCARTES, René, Discurso del método, varias
ediciones (principalmente primera parte y segunda parte).
IGLESIAS, Severo, “El concepto de método” y
“Presupuestos y limitaciones del saber metódico” en Principios del método
científico, Verum Factum editores, México, 1976, pp. 23-55.
NICOL, Eduardo, “Vocación y libertad” en
Ideas de vario linaje, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1990,
pp. 281-298.
PLATÓN, “Fedón”, en Diálogos, varias
ediciones.
POPPER, Karl, “El método científico” en David
Miller (comp.), Popper. Escritos selectos, Fondo de Cultura Económica, México,
1997, pp. 145-155.
————,
“El método científico” y “El objetivo de la ciencia” en David Miller (comp.),
Popper. Escritos selectos, Fondo de Cultura Económica, México, 1997, pp.
145-155 y 178-187.
RUSSELL, Bertrand, “Ejemplos del método
científico” en La perspectiva científica, sexta edición, Ariel, México, 1980,
pp. 48-59.
SILVA CAMARENA, Juan Manuel, “El espíritu de
la investigación científica”, Revista Contaduría y Administración, UNAM-FCA,
México, enero-marzo de 1999, pp. 9-20.
———,
“La ciencia: un
asunto de palabras”,
Contaduría y administración,
Universidad Nacional Autónoma de México,
Facultad de Contaduría y Administración, enero-marzo de 2004, núm. 212, pp.
5-24.
STEBBING, L. S., “La hipótesis”, en Hugo
Padilla (comp.), El pensamiento científico, Asociación Nacional de Universidad
e Institutos de Enseñanza Superior, México, 1974, pp. 224-253 (hay una edición
en Trillas).
YURÉN CAMARENA, María Teresa, Leyes, teorías
y modelos, 2a. edición, Trillas, México, 1998, 90 pp.
Actividades de aprendizaje
A.6.1. Elabora un mapa conceptual en el que
la palabra principal sea ciencia y de ahí se desprendan los conceptos:
principios, hipótesis, leyes y teorías.
A.6.2. Escribe tus comentarios y/o dudas en
el foro de la asignatura, http://fcaenlinea.unam.mx/forums/ a fin de generar
una discusión con los compañeros del grupo donde tu asesor será el moderador.
A.6.3. Lee el texto de Kart Popper cuya
referencia se encuentra en la bibliografía del tema.
A.6.4. Redacta un reporte de lectura de
acuerdo con las características que se solicitan en el anexo 1.
a.6.5. Entrega o envía el reporte por correo
electrónico a tu asesor.
Cuestionario
de autoevaluación
Para responder las siguientes preguntas
deberás consultar los textos cuyas referencias se encuentran en la bibliografía
al final del tema.
1. ¿Qué
son los principios?
2. ¿Qué
son las hipótesis?
3. ¿Cómo
considera Aristóteles a las hipótesis?
4. ¿Cuál
es el concepto de Platón acerca de las hipótesis?
5. ¿Qué
es una ley?
6. ¿Qué
es una teoría?
7. ¿Qué
es el método?
8. ¿Cuál
es la diferencia entre leyes, principios y teorías?
9. ¿Para
qué sirve establecer leyes y principios?
10. ¿Cuál
es la utilidad de las teorías?
Examen de autoevaluación
Escribe en el paréntesis la letra que
complete cada uno de los siguientes enunciados:
1. El
concepto de principio, según Aristóteles es: ( )
a. Algo
que pertenece a la realidad
b. Aquello
de donde algo procede
c. Un
punto de partida
d. La
fuente de donde derivan el ser, o la generación, o el conocimiento
2. Para
los escolásticos, el principio es: ( )
a. Aquello
de donde algo procede
b. La
fuente de donde derivan el ser, o la generación, o el conocimiento
c. Algo
que pertenece a la realidad
e. Un
punto de partida
3. Las
hipótesis son: ( )
a. Sinónimos
de leyes y principios
b. Enunciados
que anteceden a otros que constituyen su fundamento
c. El
inicio de una investigación
d. Instrumentos
de la ciencia
4. Las
leyes son: ( )
a. Enunciados
que antecede a otros constituyendo su fundamento
b. Parte
de la ciencia que se ocupa de relaciones constantes de los hechos
c. Representaciones
mentales sobre un o unos procedimientos
d. Los
medios a nuestro alcance para llegar a la meta
5. Las
teorías son: ( )
a. Argumentos
que explican los fenómenos en cuestión
b. Representaciones
mentales sobre un o unos procedimientos
c. Enunciados
que antecede a otros constituyendo su fundamento
d. Los
medios a nuestro alcance para llegar a la meta
6. El
método es: ( )
a. Una serie de argumentos que explican los
fenómenos en cuestión
b. Un
conjunto de representaciones mentales sobre un o unos procedimientos
c. Un
enunciado que antecede a otro constituyendo su fundamento
d. El
camino o procedimiento a seguir para lograr algo
7. El
método para Descartes es: ( )
a. Una
conducta mental previa a la toma de decisiones
b. El
camino o procedimiento a seguir para lograr algo
c. Un
conjunto de representaciones mentales sobre un o unos procedimientos
d. Un
enunciado que antecede a otro constituyendo su fundamento
8. La
hermenéutica se encarga de: ( )
a. Comprender
e interpretar las ciencias del espíritu
b. Explicar la historia
c. Describir
el acontecer
d. Interpretar
los textos sagrados
9. La
exégesis es: ( )
a. Describir
el acontecer
b. Comprender
e interpretar las ciencias del espíritu
c. Explicar la historia
d. Interpretar
los textos sagrados
10.
Iniciador de estudios e interpretaciones hermenéuticas ( )
a. Gadamer
b. Heiddegger
c. Schlermecher
d. Dilthey
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